sábado, 23 de noviembre de 2013

La Maruca. Suma y sigue de sucursales cántabras.

Tras disfrutar el pasado mes de junio de una excelente velada en Cañadío (ver post), gran exponente de la cocina cántabra en Madrid, acabamos de conocer La Maruca (en honor a la playa próxima a Santander), nueva apuesta de su dueño, Paco Quirós, que ha abierto sus puertas a primeros de noviembre. Frente a la exquisitez de muchos de los platos de Cañadío, en La Maruca percibimos una orientación más comercial que estrictamente gastronómica aunque igualmente basada en recetas tradicionales y materias primas de calidad; sin embargo, es precisamente esta combinación de cocina fácil pero bien hecha y precios moderados lo que está propiciando un gran éxito pese a su corto recorrido. A ello sin duda contribuye su ubicación en la calle de Velázquez esquina con Ayala, lo cual le aporta un tipo de público habitual del barrio de Salamanca que imprime su propio estilo al restaurante y genera concurrencia (y recurrencia).

El local es grande, con una estética decorativa que nos recuerda a la de Luzi Bombón o el Pract&co con tonos claros en paredes y mobiliario y decoración sencilla, que dan como resultado un ambiente confortable y acogedor. En la entrada, exteriormente hay una zona cubierta y con estufas a modo de terraza, interesante para fumadores. En el interior hay una antesala con sofás y chimenea, muy agradable para la espera. El comedor se distribuye en dos plantas y en la inferior hay un reservado para una docena de personas.
La carta es diferente a la de Cañadío. Existe profusión de entrantes, muchos de ellos muy apetecibles; optamos por las rabas de Santander y las croquetas de carne de cocido, muy buenas ambas elecciones, aunque otras opciones atractivas eran las anchoas de Santoña, la cecina de Liébana, los buñuelos de brandada de bacalao gratinados y los canelones rellenos de pularda con salsa de foie. Como platos principales, tres propuestas entre los pescados: pulpo a la plancha, tacos de bonito con piperrada y tajada de merluza y, entre las carnes: albóndigas de ternera – un poco fuertes-; San Jacobo de lomo de Potes –rico, aunque nos gusta más el cachopo de Ten con Ten- y el cordero al horno deshuesado, muy jugoso. Entre los postres probamos la tarta de queso casera con frambuesa, deliciosa, aunque no más que la leche frita.
El servicio es agradable aunque se le nota un tanto desbordado por la gran afluencia de público que está experimentando el restaurante.

Nuestra valoración general: 7/10.
Precio medio: 25€ por persona, bebidas aparte.
GastroTip: restaurante muy apropiado para comidas en familia; platos apetecibles y ambiente informalmente elegante. Una de las estrellas de este invierno por su relación calidad/precio.

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